El local-casa de Can Ramonet es limpio y moderno, pero con detalles que recuerdan al cliente que se trata de un restaurante de toda la vida, de un barrio marinero. Vaya, un lugar bastante agradable, aunque un poco recargado y aprovechado al límite, para mi gusto. Me atendió un señor muy correcto y muy rápido, aunque al ser a media tarde, el local estaba casi vacío.
Lo primero que me llamó la atención fue el hecho de que la bomba fuera cubierta por una salsa, que servía para ambas: la picante y el alioli. Se notaba mucho, mucho más el ajo, que no el picante, que era sólo testimonial. Mi punto preferido de esta bomba de tamaño medio es el rebozado. Tira más a panko, que al pan rallado tradicional.
Muy crujiente y ligero. La patata no estaba nada seca y tenía un poco de pimienta negra. De carne, en medio, no había demasiada y era salteada de manera simple. Costaba 1,95 euros.