Poner las almejas en remojo en agua salada durante una hora para que suelten arena, (si la tienen.)
Limpiar bien los mejillones, sacando los pegotes y las barbas con un cuchillo corto afilado.
Cortar el calamar a aros, si el pescadero no lo ha ya hecho por ti.
Cortar los bigotes de las gambas, retirar la cascara y el intestino, con un palillo. Con delicadeza, el cuerpo debe quedar pegado a la cabeza.
Cortar la cascara de las cigalas por el abdómen, y retirar la cáscara y el intestino con un palillo. También delicadamente, para no separar el cuerpo de la cabeza.
Calentar una paella, con un chorrito de aceite. A la que esté caliente, echar las almejas y los mejillones y tapar. A la que estén abiertos, retirar inmediatamente de la paella. Si alguno/a no se ha abierto, tirar a la basura.
Reservar el líquido que han soltado las almejas y los mejillones.
En una paella en la que puedan caber todos los ingredientes de la receta, dorar en un chorro de aceite el ajo y un par de ramitas sin las hojas del perejil, para aromatizar el aceite.
Retirar el ajo y las ramitas, y añadir el calamar.
Poner ya a hervir una olla con abundante agua y sal al gusto para cocer la pasta.
Cuando el calamar empiece a dorarse, retirarlo: si la cocción no es breve o muy larga, puede quedar duro.
Con los calamares ya retirados y la paella aún al fuego, echar un chorrito de vino blanco seco para desglasar y aprovechar los jugos que haya soltado el calamar.
Cuando ya no huela a alcohol, añadir el tomate y la cayena, si queréis que tenga un punto picante.
Pasados 3-4 minutos, incorporar la pasta casi al dente, junto al jugo que hayan soltado las almejas y los mejillones, las gambas, los langostinos y las cigalas.
Saltear y, cuando los crustáceos cambien de color, añadir el calamar, las almejas y los mejillones ya sin concha, un poco de perejil picado y un chorrito de aceite de oliva. Si queremos que la pasta quede más jugosa, añadir también medio cucharón del agua de cocción.
Dar un par de vueltas para que se mezcle todo bien… y servir.